Godofredo Mamani Mamani
Especialista en Ecologia y Manejo de Pastizales
Los pastizales de la zona
altoandina, se desarrollan bajo condiciones naturales de clima y suelo. Sin
embargo, si queremos desarrollar una ganadería extensiva para producir carne,
leche y fibra, esta requiere nutrientes que son extraídos de los pastizales,
los mismos que las obtienen del suelo. Este complejo suelo – planta – animal,
debe ser armonioso, es decir, debe mantener un equilibro que no altere el
ecosistema de pastizal y sus funciones. Cuando este equilibrio se rompe, como
el sobrepastoreo, se producen desordenes y por tanto el deterioro del
ecosistema y la desertificación. Mantener este equilibrio ecológico, implica
que los nutrientes que el ganado extrae del pastizal, deben ser repuestos en
forma natural a través de las heces y la orina o en forma artificial con la
aplicación de abonos y riego en las cantidades adecuadas. Asimismo mantener la
calidad de un pastizal para el ganado implica labores de control de las plantas
indeseables, resiembra, entresiembra con especies exóticas, y si es necesario
la quema controlada.
En el siguiente capítulo se
describen las técnicas más conocidas y aplicadas en el manejo agronómico de los
pastizales producto de investigaciones y experiencias del autor, que permiten
mantener un pastizal con buena producción y calidad de forraje para la
alimentación del ganado en la zona altoandina.
El pastizal natural requiere relativamente mucha agua para mantener su
buena composición y para producir gran cantidad de forraje. Para producir un
kilogramo de materia seca los pastos necesitan aproximadamente 400 litros de
agua. En estudios realizados en Huancavelica y Ayacucho, se ha determinado que
para la producción de 1500 kilogramos de forraje por hectárea el pastizal
requiere aproximadamente 6000 m3 es decir 600 mm de agua (Mucha,
García y Mamani, 2011). En general los pastizales necesitan de 600 hasta 750 mm
de agua al año, para que den una buena producción, por consiguiente, en áreas
con una precipitación por debajo de 700 u 800 mm por año, la producción del
pastizal disminuye rápidamente.
De acuerdo a los registros pluviométricos del SENAMHI, en la época de
lluvias, en los meses de Diciembre a Marzo, la principal fuente de agua para
los pastos es la precipitación pluvial, donde se produce entre el 70 a 80 % de
agua.
Para un mejor aprovechamiento del agua en esta época, es necesario realizar obras de conservación y distribución del agua de lluvias como las zanjas de infiltración que permitirán dirigir el agua hacia los pastizales. Las zanjas de infiltración son pequeños canales de sección rectangular o trapezoidal, que se construyen transversalmente a la máxima pendiente del terreno y a nivel, cuyo objetivo es interceptar el agua de escorrentía que proviene de la parte alta de la ladera, anulando su velocidad y permitiendo una mayor infiltración. De esta forma, se aumenta la producción de la pradera y se reduce la erosión hídrica. El agua infiltrada que circula a través de canales subterráneos generalmente aflora debajo de la ladera, permitiendo la irrigación de estas áreas.
Foto 1.
Zanjas de infiltración en pastizales apropiadas para la conservación y
distribución del agua de lluvia.
En la época seca, en los meses de Abril a Noviembre, los pastizales
naturales generalmente entran en la etapa de hibernación (Durand y Mamani,
2009), debido a la escasez de agua y a las bajas temperaturas. En estos meses
la principal fuente de forraje lo constituyen los bofedales, y los ahijaderos
reservados desde la época de lluvias. Para mejorar la oferta forrajera en esta
época es necesario construir obras para la captación y la distribución del agua
de lluvia.
En esta época, el manejo del agua debe tender a
inculcar en el pequeño ganadero "la cultura de conservación del
agua", promoviendo la construcción de pequeños reservorios, desarrollo de
afloramientos de agua, estabilización de espejos de agua, construcción de
microrepresas, aprovechando pequeñas lagunas, riachuelos, etc, que permitan
almacenar agua para su posterior aprovechamiento mediante canales de riego.
Foto 2.
Represa natural para la conservación y uso de agua para riego (Santa Bárbara,
Huancavelica).
Luego para su uso racional debe promoverse la
constitución de juntas de regantes, para administrar y distribuir el agua
reservada,
mediante canales de riego. Estos canales pueden ser de tierra o tuberías, la
diferencias son las pérdidas de agua durante el traslado, que son de más del 50
% en canales de tierra y de 10 % en tuberías de PEHD (García y Mamani, 2011).
Foto 3. Canal de tierra, para conducción de agua y riego de pastizales.
Foto 3. Canal de tierra, para conducción de agua y riego de pastizales.
Para el riego puede utilizarse métodos de
riego tradicional o tecnificado, esto depende de la respuesta económica del
pastizal. Existen muy pocas experiencias en el riego presurizado debido a los
altos costos de instalación y la baja rentabilidad de la producción animal en
los pastizales. También pueden ser utilizadas mangueras portátiles de plástico
o PHDE de 100 m de longitud que a través de puntos de riego ubicados a lo largo
de la manguera, distribuyen el agua en forma rotativa dentro de un pastizal.
La frecuencia de
riego de los pastizales como pajonales y césped de puna, en la zona altoandina,
varía entre 7 y 14 días, dependiendo del tipo de suelo y las condiciones
climáticas. La hora de riego en los meses secos debe ser realizada entre las 7
y 10 de la mañana, para así asegurar que los suelos alcancen su capacidad de
campo, y evitar que el agua en horas de la noche y la madrugada llega a
temperaturas por debajo de 0 °C, que congelan el agua, el suelo y daña las
plantas (García y Mamani, 2011).
En el caso de Bofedales,
estos no deben ser utilizados en la época de lluvias, debido a su alto nivel de
agua que puede causar daños a los animales por enfermedades infecciosas y
parasitarias. Los bofedales saturados de agua, deben ser drenadas a fin de
evitar la presencia de plantas indeseables como Oxycloe sp, (Mamani, 2009) especie indeseable para los camélidos,
mediante canales de drenaje que derivan sus aguas a otras áreas para la
formación de nuevos bofedales, en lugares de topografía y suelo adecuado y por
tanto incrementar el área de pastoreo para la época seca. La formación de un
nuevo bofedal de esta manera se estima que puede tardar unos tres años (Argote
y Zea, 2010).
Foto 4.
Construcción de canales para ampliación de bofedales.
Abonamiento.
Los análisis de suelos realizados a suelos de las comunidades
altoandinas de Ayacucho y Huancavelica, revelan que los elementos mayores,
nitrógeno y fósforo son deficientes en las praderas naturales (Quispe, García y
Mamani, 2011). El ganado extrae nutrientes (N, P, K, Ca y S), parte se pierde
por arrastre de material y parte es fijado por el suelo y los microorganismos.
Estos nutrientes tienen que ser repuestos de lo contrario el pastizal se
debilita, produce menos y se hace susceptible a la sequía, friaje y bajas
temperaturas.
El abonamiento es una práctica que puede realizarse solo si el
incremento en la producción de forraje supera los costos (Flores, 1993), como
ocurre en el caso de pastizales de Festuca
dolichophylla, Muhlembergia fastigiata, M. ligularis, Poa perligulata, Festuca
rigescens y de suelos profundos. Plantas duras que se lignifican
rápidamente como los arbustos, gramíneas como Stipa ichu y suelos de escaso potencial generalmente no responden
al abonamiento. Por tanto, la utilización de abonos y fertilizantes debe
restringirse a aquellos pastizales de condición excelente o buena, de suelos
profundos y húmedos (García y Mamani, 2011). El mayor beneficio del abonamiento
está en el incremento en la cantidad de semilla y forraje que tiene más alto
valor nutritivo que el mismo pastizal no fertilizado.
Las dosis de nitrógeno y fósforo no deben exceder los 100 kg ./ha, recomendándose
la dosis de 50 a 100 kg/ha de N y 50 a 80 de P205, que
mejora la producción de forraje en casi media tonelada (Quispe, García y
Mamani, 2011), mejorando su contenido de nitrógeno y proteína y el efecto
residual del fertilizante se mantiene durante la época seca evitando una caída
brusca en el contenido de nitrógeno.
La aplicación debe ser en forma fraccionada, en dos o tres partes,
correspondiendo con el inicio, mitad y final de la época lluviosa. La primera
dosis debe aplicarse cuando aproximadamente el 20 % de la precipitación ha
ocurrido. La segunda entre Enero y Febrero. La última a finales de marzo para
asegurar un efecto residual durante la época seca. La aplicación debe hacerse
después de un pastoreo corto e intenso para asegurar un adecuado contacto y
absorción del abono o fertilizante.
Las fuentes de abonamiento pueden ser de dos tipos: orgánicas e
inorgánicas. El estiércol es un abono orgánico y la mejor forma como el ganado
devuelve la fertilidad del suelo. Se recomienda la aplicación como mínimo de 3
t/ha. La aplicación puede hacerse mediante la rotación de dormideros portátiles
con la ayuda de una malla ganadera de 9 hilos, cada 4 a 5 días en el campo de
pastoreo; con el objeto de distribuir las heces sólidas y orina. El área del
dormidero a rotar, debe estar de acuerdo al tamaño del rebaño del productor.
También se puede usar estiércol fermentado de camélidos a razón de 3 a 5 t/ha
después de un pastoreo corto e intenso con llamas.
Foto 5.
Disposición de dormidero portátil para abonamiento con estiércol en forma
rotativa.
Entre los abonos inorgánicos, es recomendable el uso de la roca
fosfórica, para el caso de suelos fuertemente ácidos que son comunes en el
ecosistema altoandino (Mamani, 2010). El empleo de la roca fosfórica es una de
las prácticas más antiguas para el cuidado y mejoramiento del suelo. La
cantidad de roca fosfórica depende de las condiciones de suelo con distintos
valores de pH (reacción del suelo). Para el caso de las praderas de puna
húmeda, la cantidad a adicionar, teniendo en consideración el rango de pH que
presentan es de 3.0 t/ha como promedio (García y Mamani, 2011). La respuesta de
los suelos de puna a la roca fosfórica es significativa (Mamani, 2011),
incrementando ligera a moderadamente el pH.
Foto 6.
Abonamiento de pastizal con aplicación de roca fosfórica.
Para la aplicación
de fertilizantes es necesario que el pH del suelo sea ligeramente ácido o
alcalino. Como el suelo altoandino es de reacción acida, el abonamiento
requiere de fuentes no acidificantes como el nitrato de amonio y el superfosfato
triple de calcio (Yupanqui, Cerda, García y Mamani, 2011). La urea por estar el
nitrógeno en forma de amidas no es recomendable para suelos ácidos, debido a
que en la transformación hasta nitratos libera hidrógenos que es el elemento
principal de acidez en suelos de puna. El superfosfato triple de calcio, en
cambio, favorece la mejora del pH, por presentar esta fuente a parte del
nutriente, el Calcio. La adición al suelo de sulfato de potasio también
favorece la producción de forraje, por el aporte de Azufre.
En otros estudios, se
ha evaluado una mezcla de abonos orgánicos, inorgánicos y fertilizantes. El
abonamiento del pastizal con mezcla niveles de Guano de isla + roca
fosfórica/superfosfato triple de calcio (40-40-00 Kg NPS/ha), Guano de isla +
roca fosfórica/superfosfato triple de calcio (60-60-00 Kg NPS/ha) y Guano de isla
+ roca fosfórica/superfosfato triple de calcio + sulfato de potasio (40-40-25
Kg NPS/ha) son los que favorecen la mejora de la calidad del suelo altoandino y
la producción de forraje. Los parámetros químicos y biológicos del suelo son
beneficiados con la incorporación de las fuentes de roca fosfórica y guano de
isla, se mejora el pH y la población de microorganismos. Los rendimientos
máximos de forraje se pueden alcanzar con niveles de abonamiento de 1000 a 2000
kg de Guano de isla, y una mezcla de roca fosfórica y fertilizantes 150N, 200P,
150K (Yupanqui, Cerda, García y Mamani, 2011).
Control de plantas indeseables.
Las especies pertenecientes a los géneros Aciachne, Astragalus,
Margaricarpus, Lupinus, Opuntia, Oxycloe, Pycnophyllum, Solanum, Urtica son
indeseables porque, además de ser poco apetecibles, contienen sustancias
físicas y químicas que inhiben la digestión de las plantas deseables (Flores,
1993). Su presencia en cantidades abundantes (más de 30 %) indica que el estado
de salud del pastizal se ha deteriorado y que hay que iniciar un programa de
control (Mamani, 2010).
Foto 7. Campo de pastoreo
dominado por Aciachne pulvinata.
En el país no existen muchas experiencias sobre control de plantas
indeseables, más que a nivel de investigación. Los programas de control de
plantas indeseables se orientan a reducir la frecuencia de plantas indeseables
mediante métodos químicos, mecánicos y biológicos.
El conocimiento de los métodos biológicos es escaso y por ello su
aplicación es limitada. Sin embargo, se puede mencionar que en este tema está
considerado el uso de enemigos naturales de las plantas indeseables como hongos
antagonistas.
Los métodos mecánicos involucran la extracción de raíz de las plantas.
El uso de maquinarias, dependiendo de la profundidad de las raíces, constituyen
algunos ejemplos de métodos mecánicos que por su costo se recomienda
combinarlos con métodos químicos. Las especies indeseables son reducidas
significativamente después de la pasada de una aradura superficial o rastra de
discos, por lo tanto se les recomienda utilizar al inicio del proceso de
invasión y cuando se trata de plantas arbustivas, en campos degradados o de
condición extremadamente pobres, de Aciachne
pulvinata y Pycnophyllum molle,
p.e.
En GMyC, se ha realizado prácticas de control cultural mediante la
extracción con herramientas como picos o herramientas similares, tal como se
observa en la foto 12.
Foto 8.
Extracción con herramientas de plantas indeseables de un pastizal.
Los métodos químicos involucran el uso de herbicidas. En el país la
experiencia con el uso de métodos de control y su efectividad es limitada. Si
bien, es posible, efectuar recomendaciones para el control químico de plantas
indeseables basadas en la experiencia americana en plantas de los mismos
géneros, estas deben tomarse con cautela hasta su validación en nuestras
condiciones y con especies peruanas, pues cada especie responde de manera
diferente a la acción herbicida, dependiendo de las condiciones de su hábitat.
Flores (1994) menciona como posibles alternativas en M. peruviana, la aplicación de Atrazina en otoño; para Aciachne pulvinata, se puede utilizar
Dalapon en el periodo post emergente a inicio de lluvias; en Baccharis,
picloram, debajo de los arbustos; en Astragalus, 2,4-D éster o 2,4,5 T, en el
periodo de botón floral y inicios de floración cuando la humedad del suelo es
abundante; en Lupinus, 2,4-D butyl éster, en primavera, en el periodo húmedo,
entre botón floral e inicios de floración; en Margaricarpus, 2,4-D éster,
durante periodo activo de crecimiento cuando la humedad del suelo es mayor al
12%; en Picnophylum, TCA al follaje en post emergencia; en Opuntia, picloram y
fuego en inicios de lluvias.
Revegetación de pastizales
Existen muchas experiencias
sobre resiembra de pastizales en la zona altoandina, trabajando sobre todo con
material vegetativo, ya que no tiene restricciones. Esta resiembra debe hacerse
con material vegetativo pues el poder germinativo de la semilla botánica de las
especies nativas es muy pobre. La resiembra de pastizales se realiza con
especies cuya contribución de forraje nativo es significativa a la pradera y
son deseables para el ganado doméstico que se quiere alimentar como la
chilligua (Festuca dolichophylla).
Especies promisorias para propagación vegetativa son las gramíneas Festuca dolichophylla, Stipa obtusa, (Mamani, 2011) y el
arbusto Diplostephium tovari. Esta
última, que era considerado hasta hace poco de poco valor, constituye una
fuente importante de proteína para el periodo seco en alpacas y llamas en
pajonales pobres dominados por especies duras y pobres en valor nutritivo.
Esta actividad debe realizarse
al inicio de lluvias, y la propagación de gramíneas se realiza vía transplante
por medio de matas en las áreas degradadas del tipo de pradera Chilliguar. Las
matas o esquejes deben tener raíces con pan de tierra para evitar el stress y
los tallos podados a una altura de 5 a 10 cm, y deben contar con suficientes
tallos que aseguren la sobrevivencia de la mata (Mamani, 2010).
El transplante se hace sobre
campo definitivo a una profundidad de 15 cm, cada 1 m de distancia entre planta
y planta para Festuca dolichophylla. Se
puede agregar un puñado de estiércol de corral por cada mata (Mamani, 2010).
Foto 9. Transplante de esquejes
de Festuca rigescens, a 4600 msnm.
Para especies como Trifolium amabile, se puede realizar el
transplante de raíces, para el cual se debe extraer el material de pastizales
con abundancia de esta especie (García y Mamani, 2010).
De acuerdo a nuestras
evaluaciones la propagación vegetativa varía del 80 al 100 % hasta una altitud
de 4800 msnm. Luego de la revegetación con especies nativas se puede utilizar
el pastizal luego de un año a través de pastoreo ligero.
La propagación por semillas, es
limitada a algunas especies como Festuca
dolichophylla, Bromus catharticus, Stipa ichu, Stipa
brachyphylla, Trifolium amabile
que poseen la capacidad de propagarse mediante semillas (Mamani, 2009).
Generalmente las especies se propagan por semillas a través del estiércol del
ganado que consume los pastos en la época de semilleo, sin embargo, es posible
propagar algunas especies en forma directa o natural como Stipa ichu (Mamani, 2010).
Foto 10. Semilla de trébol nativo, obtenida a 4000 msnm.
Si bien la germinación por
semillas es baja, menor al 40 % (Durand y Mamani, 2009), la gran capacidad de
las especies nativas de producir semilla hace que esta se propague a pesar del
sobrepastoreo.
Entresiembra con especies
exóticas
La introducción de especies exóticas debe utilizarse como un complemento
para incrementar la calidad del pastizal, ya sea directamente como alimento o
como aporte nutritivo de nitrógeno a las gramíneas del pastizal en el caso de
leguminosas exóticas. Esta práctica debe ser restringida a suelos de alto
potencial y zonas de más baja altitud, 4200 msnm o menos, donde las
posibilidades de compensar por su alto costo son mayores.
En los ensayos realizados en Ayacucho y Huancavelica las especies exóticas
que mejor resultado dieron a la entresiembra fueron el trébol blanco, festuca,
dactylis y el phalaris (Mamani, 2010). Estas especies pueden sembrarse con
pastos nativos en suelos de buen potencial como los bofedales de Distichia sp. y pajonales de Festuca dolichophylla y Stipa obtusa. Estos suelos reúnen
condiciones de buena humedad, pH y fertilidad para soportar un buen
establecimiento de especies exóticas.
La entresiembra de trébol blanco
se hace en golpes sobre el suelo mineral del humedal y después de haber
removido el horizonte orgánico conteniendo vegetación nativa. Se recomienda utilizar
3 kg/ha sobre el césped de pradera tipo chilliguar húmedo, previa labranza
mínima del césped y con la adición de estiércol en una cantidad de 3 a 5 t/ha.
Foto 11. Trébol blanco,
creciendo por entresiembra en un humedal a 4000 msnm.
El Dactylis, el pasto Phalaris y la Festuca
arundinacea tienen un rango de adaptación más amplio a la humedad, y pueden
tolerar condiciones de sequedad como la que ocurre en algunos suelos donde se
dan asociaciones de gramíneas y tolas como se ha observado en algunas
comunidades de Ayacucho. En cualquiera de los casos se requiere de cercos para
prevenir ya sea el pastoreo durante la fase de establecimiento o bien asegurar
una buena longevidad y manejo posterior.
Foto 12. Plantas de Phalaris,
creciendo por entresiembra en un pastizal de Festuca dolichophylla a 4000 msnm.
Quema prescrita.
La quema de pastizales es una práctica común en la zona altoandina, pero
que no se realiza con las restricciones y recomendaciones técnicas. Si bien
este es un tema controversial para muchos especialistas e investigadores, se
recomienda priorizar otras prácticas de manejo antes de pensar en una quema
controlada debido a la complejidad de su uso.
La quema prescrita se utiliza para remover el material viejo y poco
palatable, mejorar la calidad del forraje y preparar terrenos para la
instalación de pasturas. Los pajonales dominados por Festuca ortophylla, Stipa
ichu, Festuca rigida y los
tolares invadidos por Baccharis sp., Margaricarpus pinnatus, Calamagrostis vicunarum y Stipa ichu ofrecen mayores posibilidades
para responder a los beneficios derivados de la quema que otras asociaciones
vegetales.
Foto 13.
Pajonal de Stipa ichu, seco y maduro
apropiado para quema.
Las condiciones apropiadas para llevar adelante una quema dependen del
tipo de vegetación (Tabla 2). Se requiere por lo menos 1000 kg/ha de
combustible uniforme y continuamente distribuido para llevar adelante una quema
exitosa. Antes de iniciar la quema se debe chequear si existe el material
combustible necesario y las condiciones climáticas por lo menos una semana
antes.
Tabla 1. Condiciones ambientales requeridas para la quema controlada
(Flores, 1999).
La quema puede ser con el viento o contra el viento. Las quemas con el viento se utilizan para renovar vegetación de porte alto y las quemas contra el viento para renovar la vegetación de porte bajo. El ancho de las líneas de fuego varía desde
Foto 14.
Pastizal de Stipa ichu, luego
de una quema prescrita.
Para realizar la quema se requiere de personal entrenado. Una vez que la
quema ha sido completada este personal debe permanecer en el área por lo menos
durante 24 horas para prevenir la reaparición del fuego. Para ello deben contar
con mantas húmedas y agua para eliminar los remanentes.
El incremento en la producción de forraje que se puede obtener
utilizando la quema controlada puede alcanzar hasta un 170 %. El pastoreo debe
iniciarse después de la estación de crecimiento, luego de las lluvias y al
inicio de la época seca.
Foto 15.
Pastizal recuperado luego de un año de realizado la quema prescrita.
Literatura consultada
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Ayacucho-Perú. EEA Canaán, Instituto Nacional de Innovación Agraria. Ayacucho-Perú.
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